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BUMERANG


Por Francisco Restrepo

Yóu tenía la verga curva como un bumerang y en forma de tirabuzón, un asunto que le preocupaba en exceso más que a las chicas que se liaba, pues ninguna (que yo sepa) se llegó a quejar de la forma como se desempeñaba en la cama, aunque imagino que todas, sin excepción,
debieron maravillarse viendo ese extraño pene, al igual que me sucedió a mi dos horas antes de la semifinal, pero claro, mi caso, como se darán cuenta, es diferente cuando soy todo un varón y odio las vergas, a excepción de la mía, por supuesto, y agradezco que así sea, pues si no tuviese verga sería una chica y una chica de este pueblo, a mi edad, de seguro acabaría --como todas las de la prepa—enamorada de Yóu, abierta de piernas en su cama, lo que había sido lógico, cuando Yóu era el goleador del equipo y además el más guapo, pero ahora, luego de observar ese miembro chueco que se asomó bajo la pantaloneta con el número 10, doblado como un pandeyuca y con la punta como el culo de un cerdo, sentí un profundo asco y ganas de vomitar, de gritar del susto, creo que todo lo contrario a Yuly, que según cuentan, terminó en el apartamento de Yóu después del partido contra el Juniors Boys, en el que ganamos 4-1, cuatro pepazos de Yóu que Yuly cantó a rabiar en la tribuna y luego en su cama, así lo dijo Bov, que vive en la casa de al lado y que a medianoche escuchó los gemidos: nunca habló de gritos aterradores, como de seguro saldrían de mi interior si yo fuera chica, pero como no lo soy, y detesto a Yóu, guardo en la memoria la imagen de ese pipí en forma de bumerang, un recuerdo abominable que me tiene aturdido y desde entonces ya no puedo mirar a Yóu a la cara, por qué si lo hago de inmediato me asalta un terrible asco que no logró apaciguar con nada y esto que ya ha pasado una semana y hoy jugamos la final, y eso que es Yóu es el único delantero y yo el medio al que el profe le ha exigido hacerle pases, pues vamos empatados a cero y finaliza el segundo tiempo, faltan apenas unas milésimas del tiempo complementario y ni un sólo pase, lo siento, no me nace, ya Yóu , el héroe de la prepa, al que admiraba porque era el goleador y consideraba mi amigo, lo veo como un zoquete pegado a una inmensa verga negra y torcida, que se metió con Yuly (¿porqué con ella?) y ahora que recibo la habilitación perfecta, la última jugada del partido, lo veo descubierto, haciéndome señas con la mano y tiene el descaro de pedir la pelota, “a Yóu” escucho que grita el profe, pero prefiero disparar al arco, escuchó los gritos de la barra, quizás semejantes a los gritos de asco, el regaño del entrenador, pero no importa, la pelota se eleva y es gol.



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